El recibimiento acá en la ciudad fue más alucinante de lo que nos esperábamos. Entramos con nuestra timidez e incertidumbre y con un cansancio descomunal. Acá es sábado noche, aproximadamente las 11 y en plenas vacaciones. Ni lo podíamos imaginar, tenían una fiesta montada que era demasiado. Colombianos, brasileños, ecuatorianos... Todos se acercaron, se presentaron, nos ofrecieron bailar y beber y empezar a disfrutar de la "boliche" argentina (boliche es salir de fiesta).
Con las mismas que dejamos las maletas, salimos a fumar y nos encontramos que mi compañero Ángel sabía de un restaurante típico de aquí que se encontraba en la misma esquina. Fuimos allá y nos tomamos una milanesa con papas fritas. Para los que no lo sepáis, una milanesa es un filete de ternera empanadao. Una delicia. Ahí empezamos a comprender por qué la carne en Aregntina tiene tan buena fama. Y como son productores, la carne aquí es tan barata como dicen. Un filete que era casi tan grande como mi antebrazo con una fuente inmensa de patatas costaba unos 5 euros. Más aparte, cómo no, había que estrenarse con la cerveza típica. Una Quilmes de 700 para acompañar. Muy barato y demasiado rico.
El camino hacia el hostel en el taxi fue extraño. Pasamos por diferentes zonas de la ciudad, algunas que no desearíamos haber visto. Sonaba en la radio canciones clásicas del rock mundial. El taxista, ni una puñetera palabra. Ni una!
Los primeros días han sido un poquito duros. Empezando desde el principio, pues apenas he tenido tiempo para escribir, os relato cómo ha sido nuestra llegada.
Para los murcianos, viajara hasta Madrid para "agarrar" un vuelo es un coñazo. Imaginad si encina hay que sumarle 12 horas de vuelo que son hasta Buenos Aires. Pues el resultado es una mezcla entre cansancio y tristeza. Despedidas, lágrimas, nervios, idas y venidas del aseo para ya sabes tú qué y un mejunje de emociones desconocidas quizás para los tres.
Salimos de allí a las 12 de la mañana y llegamos aquí a las 2 o 3 de la madrugada hora española. Sí, las cosas no cuadran, y menos si encima en Argentina son 5 horas menos.
Después de un largo viaje, aburrido, con niños llorando durante todo el viaje, durmiendo sin descansar y comiéndo la típica comida mala y extraña que te ponen en un avión transoceánico, por si todo esto fuese poco, con los nervios de no saber ni siquiera dónde estábamos y la incertidumbre que eso conlleva, tuvimos que pasar por un total de tres controles con las maletas. Uno de ellos, patrocinaba una nueva medida de seguridad en el pasaporte en el que se digitalizaba. Para que lo entendáis, nos hicieron una foto a cada uno de los que veníamos de ese avión. Imaginad la que se lió.
Una vez pasados todos los controles, ya la parte pública del aeropuerto, empezaban los chanchullos. Cambiamos dinero a un precio más bajo de lo habitual y encima llevábamos demasiado dinero encima (demasiado dinero equivalente acá en Argentina), y tras ello agarramos un taxi que nos dejó en la puerta del hostel.
Os cuento un poco cómo va la cosa.
Estudiantes. De periodismo y publicidad. Tres locos que querían irse lo más lejos de casa y al final lo han conseguido. ¿Resultado? Pues tres colegas que ahora se encuentran en la capital del tango y del mate.
¿Qué hace un murcianico en Baires?
Pues en verdad no sé la respuesta. O mejor dicho, aún no la sé. Mi nombre es Gonzalo, soy un estudiante de CC de la Comunicación, en la UCAM, Murcia, y yo también me hago esta misma pregunta.
¿Que hace un murciano en Buenos Aires?
Este blog tratará de responder a ella una vez finalizada mi estancia en la capital albiceleste. Mientras tanto, os contaré el por qué de irme allí, mi estancia y cualquier otra cosa que tenga que ver con este viaje.
Saludos Pelotudos!